Cometas
«Tengo tanto que contar, que las palabras vuelan y os buscan en cualquier cometa.» Ainoa Buitargo
Las cotidianas, esas cosas que pasan sin darnos cuenta mientras la mente se enrolla en catarsis ilógicas que llevan al abismo. Entre dos pasillos, luz tenue, son las cinco de la mañana y el mundo parece pequeño, muy pequeño desde este ángulo. Pienso en el cometa Halley, en todos esos cometas que siguen sus órbitas elípticas. Cuerpos celestes, hielo, polvo y rocas. Congelados, viajan a las proximidades del sol donde se calientan, aprenden y su cola se hace extensa, majestuosa e invencible. Aunque continuarán, siempre, con esa nube de polvo y gas que esconde su núcleo, volviéndolo inapreciable para los que jamás lo han descubierto. Y todo este sentido místico, esa nostalgia romántica y fugaz de cada cometa, es lo que convierte a la vida en una canción en directo, emocionante y temporal.