Los inusuales grises

«Tuve todos los continentes en mi bolsillo después de tu abrazo.» Elvira Sastre.

Las historias se acaban y los atardeceres parecen desprender otra luz. Y el mundo cambia. Miras al cielo, esa oscuridad penetrante, todas esas estrellas que probablemente ya no existirán en la otra dimensión, sueñas con otros sistemas planetarios llenos de polvo, gases y materia oscura, con planetas con dos lunas sobre un horizonte violeta y un océano turquesa. Y piensas… ahí sentada sobre la silla de plástico de Carrefour, que menuda cantidad de espacio desaprovechado; y entonces lo que te parecía un mundo absoluto, por segundos se vuelve inapreciable en medio de ese fondo cósmico. Y respiras, por fin, después de haber estado sumergida bajo el agua.

Diario de una Cuarentena, el día que cambió el mundo

«Abróchense los corazones de seguridad, que se aproxima un temporal. Y den más tiempo a todo, a lo que ya nunca le dan, no hay otra forma de escapar.» Fran Mariscal.

Tú estuviste allí, en aquel invierno gris que llamaban primavera, con tu sonrisa eterna recorriendo las tres habitaciones de la casita marinera, cantando canciones y aplaudiendo a todas horas desde el balcón. Con tu alegría inmensa inundando las paredes, tu mirada azul de niño, las estrellas de tu telescopio y esos cuentos que ampliaron cada espacio minúsculo y claustrofóbico a todo un cosmos de aventuras.

Principio de incertidumbre

Sal ahí fuera y elige bien, tú que tienes todas las posibilidades, cierra los oídos frente al ruido. Sólo el que no puede te dirá que tú tampoco podrás, así que abre las alas enormes hacia el cielo, y vuela hacia donde quieras. Eres tremendamente afortunado de cada carretera que se te presenta, afortunado de la posibilidad y de esa maravillosa incertidumbre que lo dibuja todo, recordándonos que estamos vivos.

Ya Heisenberg hablaba de la incertidumbre en mis viejos libros del instituto, en aquellos temas complejísimos de mecánica cuántica, en los que garabateaba mirando por la ventana. El Principio de Incertidumbre venía a decir algo así como que es imposible determinar a la vez, en los términos de la física, la posición y el momento lineal. Es decir, que cuanto más nos empeñamos en saber donde está una partícula en el espacio, más lejos estamos de conocer a qué velocidad se mueve. Si lo piensas bien, esto también ocurre en la vida. Intentas conocerte, sentir el anclaje de tus sueños desde los zapatos y sopesar los caminos, los silencios, las pausas entre tempestades. Pero la incertidumbre lo distorsiona todo y el tiempo se pasa feroz, atrapándonos en sus entretenimientos.

La pequeña navidad

«Yo no quiero que me necesites, quiero que cuentes conmigo hasta el infinito. Y que el más allá, una tu casa y la mía.» Poemas, Elvira Sastre

Pasarán miles de navidades y seguirá oliendo a rosquillas recién hechas en el rellano de la escalera, aunque te hayas ido y ya no haya bandejas. Ese olor a flores de jardín tras tus orejas, a colonia Puig en el baño, a café y a ralladura de naranja por los pasillos. Y seguiré recordando aquel vaso de leche que solíamos preparar juntas en el balcón, mientras veo la ciudad encendida, tarareando por dentro ese «vuelve…» sin que nadie pueda escucharme, en habitaciones diferentes, en las que a veces llega una ráfaga de perfume que me recuerda a ti. Escucho a Adriana Moragues a toda vozcantando eso de «Vuelve, aún hay demasiada gente por aquí que pregunta por ti.» Y me sale ese suspiro tonto, el suspiro absurdo de la imposibilidad.

Little Queen

«No vuela quien tiene alas… sino quién tiene un cielo». Elvira Sastre

Suena Where I stand de Mia Wray en el escritorio del salónla casita marinera resulta abrasadora en verano, las horas parecen pesar, y que queréis que os diga es imposible que pueda tomarme un café frío en una taza. Descubro un rincón entre dos ventanas, donde el mar se siente de golpe, un escondite secreto para escribir un rato, pero Jorgito me encuentra, este niño no suelta su manta ni en el mes de agosto, se acurruca a mi lado con la brisilla marinera y escribimos juntos. Que bonita es esta canción, me transporta a mi planeta burbuja, a esos ratos infinitos de vino blanco, no consigo sacármela de la cabeza.

El planeta escondido

«No vuela quién tiene alas, sino quién tiene un cielo.» Elvira Sastre

Tenía un planeta escondido, rodeado de estrellas, polvo cósmico, un lugar silencioso, lleno de ecos, donde no había ventanas, ni familias dentro de habitaciones iluminadas en la noche tenue, un planeta enano en el que sólo cabía una playa. Una esfera gaseosa a ratos, donde el agua flotaba en el aire y el mar se convertía en una curva compleja con peces voladores sobre un cielo celeste.