Principio de incertidumbre
Sal ahí fuera y elige bien, tú que tienes todas las posibilidades, cierra los oídos frente al ruido. Sólo el que no puede te dirá que tú tampoco podrás, así que abre las alas enormes hacia el cielo, y vuela hacia donde quieras. Eres tremendamente afortunado de cada carretera que se te presenta, afortunado de la posibilidad y de esa maravillosa incertidumbre que lo dibuja todo, recordándonos que estamos vivos.
Ya Heisenberg hablaba de la incertidumbre en mis viejos libros del instituto, en aquellos temas complejísimos de mecánica cuántica, en los que garabateaba mirando por la ventana. El Principio de Incertidumbre venía a decir algo así como que es imposible determinar a la vez, en los términos de la física, la posición y el momento lineal. Es decir, que cuanto más nos empeñamos en saber donde está una partícula en el espacio, más lejos estamos de conocer a qué velocidad se mueve. Si lo piensas bien, esto también ocurre en la vida. Intentas conocerte, sentir el anclaje de tus sueños desde los zapatos y sopesar los caminos, los silencios, las pausas entre tempestades. Pero la incertidumbre lo distorsiona todo y el tiempo se pasa feroz, atrapándonos en sus entretenimientos.
Aprendemos, dejando a un lado la posición espacial, aunque nos cueste, agarrándonos con fuerza a la velocidad, a los giros inesperados, perdiéndonos profundamente en días raros, en los que nos descubrimos. Esas partes brillantes y desconocidas de nosotros mismos, que nos hacen mejores, y aquellos lugares profundos y tenebrosos, que ni siquiera sabíamos que existían. Porque la velocidad nos conduce a reflexiones en salas de estar con cortinas de terciopelo rojo, sacándonos de nuestra zona de confort de golpe y para siempre, poniéndonos a prueba frente a los espejos.
«Botas usadas, lazos con inscripciones y recuerdos, un santuario en un acantilado que dibuja el fin del mundo; en otro siglo, no había datos de navegación más allá de ese faro, así que el mundo simplemente terminaba ahí, en ese punto, sin más. El universo conocido se precipitaba al vacío tras aquellas aguas. Nunca hubo playa de invierno con mayor incertidumbre y más magia que Finisterre.» #cartasdesdelacasitamarinera
«Nadie conoce mejor mis silencios. Si callo delante de ti. Que arda un incendio, que calen los huesos. Que rompa este muro por fin.» Daniel Fernández
Bea
Muy bonito bea
Beatriz
Mil gracias! Un beso gigante!!!