El verbo esperar

«Ponerse en frente del infinito blanco y romperse el alma. Sólo así funciona, sólo así fluye, sólo así viajamos a alguna parte.» B.Ruiz

14 de Mayo de 2023

Estoy convencida de que somos un montón de retales, siempre que nos dejemos ser, nos dejemos invadir por lo vivido. Círculo de principios, o de finales conectados, en el que un montón de recortes desordenados, de repente encuentran sentido dentro de uno mismo.

Te veo tumbada en Giardini Margeritha por un catalejo, sintiendo ese boom boom que solo te dan los veinte años, la vida improvisada, los amores pasajeros. Me parece tocarte el pelo por momentos con la punta de los dedos y acompañarte en uno de esos paseos en bicicleta por Vía Zamboni.

Por ser, por conducirnos al punto en el que sólo importara eso. Librar las batallas libre, rompiendo los vasos medio vacíos, creciendo hasta sentir que lo NO importante, no tiene porque importar. Y que lo que verdaderamente importa, no debería rozarnos como una brisa suave ni tocarnos de puntillas, sino que debería marcarnos de por vida, tocarnos el alma y permanecer.

Cada retal, cada uno de mis recortes explica que me guste escuchar en el coche “Sono sempre i sogni a dare forma al mondo” de Ligabue mientras imagino celebraciones en el jardín a lo Federica Barbanelli. Y creo de verdad, que todo el viaje intenso que me condujo hasta este punto, cobra sentido hoy, en este salón perdido en mitad de la nada. Pensando en vosotros, mi gran obra maestra, mientras crecéis  inevitablemente como la hierba ahí fuera, recordándome que el tiempo no se detiene aunque decidamos olvidarlo.

Ser. Estar. Quedarse. Permanecer. Y Esperar, ese esperar con esperanza.

Ha sido bonito lograr por fin aceptar mi desastre. Ser por fin. Bajar la guardia, encontrar algunas respuestas, recuperar la fe. Vaciar los bolsillos, desprenderse, llenar los espacios con nuevas amistades y nueva música. Y entender que la vida no debería caer jamás en saco rato.

19 de junio de 2023

Las palabras, la importancia de elegir los verbos con rigor, para dibujarnos, porque son los verbos los que dibujan los trazos importantes, los que nos definen. Y es que no es lo mismo ser que estar. Aunque en inglés sean el mismo verbo, porque hay muchos de ser sin estar, y otros, por el contrario, de estar sin ser.

Tampoco es lo mismo permanecer que quedarse, aquí suelen ser muchos los que se quedan, pero muy pocos los que permanecen.

Y luego está el verbo esperar, el verbo de las mil y una connotaciones, y ahí la magia del lenguaje, de los nombres y de los adjetivos bien empleados. He leído mucho sobre «esperar», ese esperar impaciente que se marchita con el tiempo, ese que de poco sirve. También de ese esperar sobre vacíos frustrados donde no hay nada que esperar. De la esperara cansada y atormentada.

Pero poco se escribe hoy, y poco se lee, del esperar con esperanza. Ahí el inglés si que resulta más acertado, porque no es lo mismo to wait que to hope, y no debería de serlo en ninguno de los idiomas del mundo.

Hoy, Manuel Vicent escribe sobre ese esperar, en una columna dominical brillante dedicada a Mauri, su hijo fallecido, que él mismo titula: «Mientras viva».

Y finaliza así: «Buen viaje (…) Llamamé en cuanto llegues a La Habana.»

A los que son y están, a los que se quedan y permanecen. A los que esperan con ilusión.

Gracias.

Un abrazo desde la Casita Marinera. BB

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