Desde la otra orilla

Te regalé todas mis caracolas, y fue entonces cuando aprendí a escuchar el mar.

Espacio, tiempo. Tú contigo cultivando flores de papel en una playa de invierno abandonada. Ahí, brincando en la arena, tras esos dieciesiete días de tormenta huracanada, frente a aquel rugido, desde la otra orilla, todo parecía haberse vuelto más liviano.

Una playa más salvaje ahora, llena de caracolas en las que escuchar nítidamente el mar vibrante. Querido Marzo, llegaste de puntillas, tímido, iluminando la arena y llevándote de un golpe todo lo inservible.

Era temprano, y ellos bailaban en la playa con esa libertad típica de la niñez, esa libertad despreocupada, despeinada, sin espejos ni estereotipos en los que reflejarse, esa libertad que aún no ha conocido de miedos ni los relojes. Esa esencia inexplicable que te permite ser lo todo lo que quieres ser.

Desde las rocas les observaba buscando la forma de detener el tiempo y atraparlos en una burbuja mágica. Pero no podía.

Y se que volverán mil veces las tempestades a nuestra playa, que viviremos miles de esos veranos en círculos. Y a veces la vida os parecerá inmensamente cíclica, repetitiva y llena de rutina, pero pese a todo la sentiréis demasiado corta, demasiado veloz y completamente inatrapable.

Creceréis, cada día un poco más. Aunque espero que no tan rápido. Sé que os convertiréis en estrellas deslumbrantes y llenaréis de constelaciones el mundo, rompiendo cada una de mis burbujas para extender vuestra magia, como debe ser. Aunque para para mi siempre seréis esas dos lucecitas brillantes, esa brisa cálida del mes de marzo, capaz de llevarse todas las tempestades y abrazar la playa, con la fuerza huracanada, que sólo entienden los que han conocido el amor de un mar sin esquinas.

Ojalá nunca olvidéis estos días de niñez, en los que los sueños fueron tan grandes que la imaginación dibujó las historias de una forma casi real.

A mis estrellas,

Mamá.

P O S T A L E S   D E S D E   P O R T U G A L

«La vida no es lo que vives, es lo que recuerdas, y cómo lo recuerdas para contarlo.» G.G.Márquez

Desde la casita marinera, con cariño. BB.

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