Ese Magnífico Viaje

«Todo lo que tenga que pasar, pasará… y al final, la mayoría de las veces, no será para tanto.»
Treinta años… parece que fue ayer… ¿Te acuerdas de todas las cosas que hemos pasado..? Aquel viaje, aquel hotel perdido de Madrid, esos exámenes interminables, aquel día lluvioso en el que te partieron en el corazón… o aquel otro día en el que lo reconstruimos juntas.
Cuantos corazones de verdad en el camino. Suena a tópico «pero si volviese a nacer, haría exactamente lo mismo, porque no imagino una vida más mágica que la mía»… eso sí, probablemente buscaría la manera de perder el miedo.

De viaje al ascensor

Entras en un ascensor, esos dos o tres minutos claustrofóbicos entre personas con las que nunca has cruzado palabra… que cosas, cuanta soledad incomprendida. A veces me gusta jugar a imaginarme de donde vienen, a donde van… como serán sus vidas; quizás ellos hagan lo mismo conmigo, nunca se sabe. Compartimos espacio y tiempo con gente con la que jamás interactuamos, a muchos de ellos ni siquiera los vemos, no existen a nuestro alrededor… y pese a todo,  muchos de nosotros (paradojas de la vida) a pesar de estar rodeados por millones de personas, en ocasiones nos sentimos solos.
Fotografía de Pawel Bebenca
Un poco de terapia y al final lo que nos pasa es que nos aburrimos, nos estancamos en lo que hay, en lo cotidiano y nos mantenemos herméticos, acumulando sentimientos en el fondo, conteniéndonos para no estallar. Que simple, ¿pero que hacer cuando la gente que te aporta está a más de dos horas en avión o a más de dos horas en ocupaciones…? Muy fácil. Hablar con tu ascensor.

Pizcas de color sin miedo

Dicen que el miedo sólo es al empezar… que cuando empiezas la tormenta se apacigua y lo que parecía muy grande al principio se convierte progresivamente en algo más ligero.
Si el miedo sólo está al principio lo suyo sería empezar a perderlo cuanto antes… no? Ponernos en marcha, crear algo, ocupar la mente, en cualquier dirección… lo que se nos ocurra,  que importa.
¿Te atreves? Vamos a darle una oportunidad a lo absurdo (a lo mejor no resulta serlo tanto). Baila un poco, y ríete aunque me eches de menos, suelta carcajadas aunque por dentro te queme el alma, total a lo mejor conseguimos engañar al subconsciente.
Corre por la playa, dibuja… no te aburras, crea tu propia música y tarareala… Haz que cuente. Imagínate un universo creativo donde todo marcha, donde todo te gusta. Cree con la misma seguridad con la que viniste al mundo y déjate llevar… Levántate y hazlo genial, supremo…

Un paseo por las nubes

Los paseos por las nubes eran un poco así… irreales, un déja vu incierto por el que nos dejábamos envolver. Yo ya estuve allí, sin duda… probablemente en mi otra vida, no tan lejana desde aquí. Respiraba profundo, aquel airecillo húmedo me resultaba tan familiar, el sonido del infinito… Tardes de lluvia en las que las nubes podían tocarse con las palmas de la manos.
«Una chica que vuela en avión, otro regreso más en la carpeta.»
Somos energía, alguna gente opina que nuestro paso por la vida se basa en teorías magnéticas, en eso de la atracción, el karma… (que cosas…) Siempre he sido de conceptos químicos (y aunque el magnetismo también encaja) para mi tenía más sentido el movimiento, aquello de las vibraciones, esa parte cinética de las cosas.

Desde el principio hasta el final la vida es un circo

 
Si consiguiese vivir en un circo amarillo y blanco, donde nada fuese demasiado en serio… donde la magia nos conquistase y los focos borrasen todo lo que nos enturbia la mirada. Si consiguiese verme sobre un elefante o caminando por una cuerda en equilibrio, entonces podría bailar bajo trompetas… que bonito sería. Volaría entre leones feroces como una estrella de cine de los 50 y ninguno me comería con patatas… porque así es el circo.
Me he despegado de la realidad y ahora busco malabaristas, brillos, lentejuelas y arcoiris a todo color, ahora sólo dibujo lo que realmente importa, lo que me da la gana, lo que quiero ver… y me gusta. Me gusta tanto que lo digo a voces en esta habitación naranja.

Sombreros y Flores

«Por fin me he liberado. Me he desembarazado de la mentira y el miedo. Ya no persigo quimeras imposibles. Sobre mi cabeza no vuelan más cometas, pero tampoco nubes oscuras ni espadas suspendidas. La verdad, una vez asumida, aplaca la angustia de vivir con el constante miedo a que nos atrape.  
Cuando todo se ha perdido, todo se ha ganado. Por fin he descubierto que se puede vivir cargando con el pasado, sin orgullo pero también sin verguenza. Mi vida se ha ampliado, y ahora no conozco ni sé fijar sus nuevos límites. A mi izquierda, el pasado: un arrasado campo de batalla. A mi derecha, el porvenir: un extenso campo sin rutas ni señales. Me he instalado en un presente tan vacío como un solar por edificar, espero. Espero con calma, llevo esperando tantos años que nada me cuesta esperar todo el tiempo más.» El contenido del silencio.