El planeta escondido

«No vuela quién tiene alas, sino quién tiene un cielo.» Elvira Sastre

Tenía un planeta escondido, rodeado de estrellas, polvo cósmico, un lugar silencioso, lleno de ecos, donde no había ventanas, ni familias dentro de habitaciones iluminadas en la noche tenue, un planeta enano en el que sólo cabía una playa. Una esfera gaseosa a ratos, donde el agua flotaba en el aire y el mar se convertía en una curva compleja con peces voladores sobre un cielo celeste.

Un lugar sin edificios desordenados, ni asfalto, ni cuadrículas de pavimento, ni superficialidad. Escondido en lo más profundo de la oscuridad del universo infinito, al otro lado de ese salto cuántico que nos separa y muy lejos del miedo que nos une. Planeta misterioso de tres anillos, con icebergs flotantes, cubiertos de polvo y restos de asteroide. Planeta que pocos han visto crecer o han habitado.

Gran desconocido, cuanto creo conocerte, sobre todo cuando te miro a través de un círculo entre mis dedos, observando esa parte de ti que suele ser invisible. Incierta superficie que me inquieta, porque eres volátil, líquido en situaciones de presión e irradias más calor al exterior del que recibes del sol.

Es mágico visitar tu playa, descubrir en ella los espejismos que encierran los mundos lejanos. Escuchar tu sonoridad implacable en una noche de verano, la fortaleza de los recuerdos encerrados en tu atmósfera de helio, o ese amor que liberas al mundo cada vez que contraes el alma sobre nubes de cristal.

Planeta escondido…

gracias por silenciar el ruido, por ser refugio, por ser real, por no ser perfecto, por detener el tiempo entre nosotros, por dejarme inventarte, albergarte, saber de ti. Por descargar tus huracanes cuando no quedaba más remedio, mostrándome las verdades del mundo y regalarme esa playa sin gravedad.

1 Comentario
  • mama
    Responder
    23/07/2019

    por escribir todo ese universo,

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