Eclipse

«Un niño cruzó el universo montado en un burro con alas de plata, buscando una estrella llamada Renata.» Enero en la playa, Facto Delafé y las flores azules.

Eclipse, dícese de ese fenómeno astronómico en el que un cuerpo celeste se pone delante de otro, se alinea de una manera determinada y ocurre el espectáculo.

Ayer tuvimos eclipse lunar en la playa, que contaros… horizonte rojizo, palomitas en la tumbona y telescopios en el mar. ¿No os entra esa sensación «bonita» cuando la gente se vuelve cósmica y se para un segundo a mirar al cielo? A mi me pasa siempre, supongo que por eso el universo y los planetas me apasionan tanto. Ese gesto de humildad, de esa humildad archivada pasada de moda, que rescatamos de vez en cuando ante lo supremo, ante lo que nos hace pequeños. Porque la verdad sea dicha, el cosmos se mueve en otras dimensiones, a otras escalas, se nos escapa a la lógica, se aleja de lo simple… porque allí arriba no hay likes, ni seguidores, ni rebajas, ni películas de estreno, ni ron con Coca Cola… Sólo luces, oscuridad profunda, vacío, estrellas y otros mundos desconocidos. Todo aquello que no vemos pero que existe en algún lugar recóndito, porque las cosas no tienen porque ser irreales sólo porque no podamos verlas. Todo lo imaginable en un panorama infinito de posibilidades, de coordenadas de viaje. El problema no está en no ver, el problema es que somos demasiado minúsculos para verlo todo, para alcanzarlo todo. Culpa de nuestra velocidad predeterminada, porque las cosas enormes sucederán sí o sí, aunque no estemos mirando.

Lo enorme sucederá aunque estemos ocupados haciendo otros planes, aunque estemos innotizados mirando el móvil, o pensando en que ponernos… Porque siempre ocurre, porque no espera, porque no depende de nosotros. Por todo esto, y sintiendo que me lo he perdido en demasiadas ocasiones, te diría que no lo dejases pasar, a fin de cuentas, los eclipses no duran para siempre.

La vida es así, un instante en paralelo… una espectacular coincidencia que dibuja el mundo tal y como es. Un punto exacto, un tránsito, un eclipse temporal. Se me viene a la cabeza aquella frase… «Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir.»

Y me acuerdo de otros eclipses temporales, de otras vidas, de otras coincidencias, de vuestras risas en el balcón… de nuestros años juntos. Agosto, días salados comiendo patatas fritas del puesto de la playa, ya no existen quioscos como aquellos, menuda pérdida… Y parece que te tengo delante, con tus gafotas sesenteras, tu vestido de flores y aquel bolso enorme lleno de esterillas, refunfuñando buscando el monedero para comprarme un mini-milk 😉

No se vosotros, pero yo estoy pensando en descorchar esa botella de vino que guardo para un momento especial, sí, esa que siempre se pasa y sabe a rancio… porque el momento especial puede ser hoy, y puede estar en compartirla contigo.

Brindemos por cada eclipse que hemos regalado al cielo, por cada vida fugaz en la tierra, por cada baile bajo la luna y disfrutemos de esta magnífica coincidencia. Hasta la próxima, mil besos y chin chin. BB

1 Comentario
  • Leoncillo
    Responder
    01/08/2018

    ¡Que bonito escribes siempre Birichinata! ¡Brindemos!

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