Pequeño escondite… ya verás como nos olvidas; al final toda esta marejada de emociones alucinantes se apagará en un recuerdo borroso de verano, al que volverás, sí, de vez en cuando… para saborear de nuevo los jardines, el barro, ese asfalto ardiente entre tus dedos… pero poco más.
Septiembre siempre apaga la intensidad de las cosas, convierte el verano en ese espejismo irreal… pero pese a todo, esconde las mayores historietas de la vida entre sus aguas. Nubes azules que bailan sobre cielos de cafés interminables…
«La fotografía es otra forma de amar la vida, capturando el tiempo para siempre.»
Conocí a Martina Dorta por azar… en una de esas aventuras birichináticas de búsqueda, que algunas veces nos llevan a encontrar tesoros.
Desde el primer día que entré en su taller, sabía que todo aquello formaría parte de mi boda de cartulina de alguna manera; fue como una corazonada, un no se qué… «ese algo especial.»
De algún modo me dejé contagiar por aquella magia infinita de piezas metálicas y flores, arte en estado puro. Puede que aquel entramado que se generó entre bambolinas sea unos de los recuerdos más bonitos y dulces de la aventura de mi boda, por tantas reflexiones a solas, por el sueño de cada elección insignificante, por aquellos paseos en coche a cada prueba de atelier… y por supuesto por toda esa gente especial que me regaló aquel viaje;)
Hace un año exactamente comencé un viaje creativo… para muchos otro invento de mi cabecita de chorlito, para mi un punto de partida lleno de combustible… pero lamentablemente ha sido circular, sin energía para salir de una órbita preestablecida y predibujada. Y es que cuando las expectativas tienen techo, y poca magia para conseguir romperlo, pues las naves no despegan.
Escribí Perseide con el objetivo de recrear eso, la fuerza lunática de emprender un viaje y regresar, la fuerza genial de vaciarte por entero, de dejar atrás los miedos y lanzarte a hacer lo que sólo tu sabes hacer desde que naciste… inventar el mundo. Y ya no me da verguenza decirlo en voz alta, después de ser Perseide, de aprender de Perseide, de ver Perseides en el cielo, de alejar todo lo lejano y tóxico para a mi astronomía y de entender que la vida es un juego de cometas, he vuelto a la tierra, para seguir siendo la «friki» romántica que deseo ser. Recuerdo cuando decías aquello de… «tienes que entender que tu espacio es como el cine independiente, algo raro, algo peculiar, pero muy tuyo.» Y eso… pues me gusta.