La Astronauta Valiente

Está la gente que vive en un metro cuadrado de realidad, que es feliz en una minúscula pompa donde todo cabe y todo controla, están los malhumorados, los quejicas incansables, los luchadores, los superficiales sin «chicha ni limoná», los que quieren soñar, emprender y romper el techo, los que no duermen, los que se enamoran, los que lloran, los que ríen… están todos esos. Y después… están los valientes, estás tú. 

La Casita Marinera


El mar y sus azules por la ventana, colores anaranjados que se dibujan como un cuadro de Monet. Y me quedo en blanco… pasmada mirando los minúsculos barcos en el horizonte. Historietas, viajes, películas… textos que regresan a mi memoria a modo de voz en off… y no me encuentro.

… yo sólo quiero, yo sólo entiendo, yo sólo busco… y ya no me encuentro.

Puede que a veces (y sólo a veces), tengamos que perdernos, apagar nuestras bombillas un ratito, y en esa oscuridad en la que no queda nada de lo que habíamos dibujado; reconstruir nuestras piezas, para resurgir, como ese terremoto que solíamos ser los domingos por la tarde.

Y es que uno no se imagina todo lo que se ve desde la Casita Marinera con las luces apagadas… ese pellizco en la barriga que algunos llaman ansiedad. Esa lagartija que se empeña en alejarte de ti misma, de tus planetas. Todo proceso creativo tiene tintes oscuros, NOES enormes y pérdida de visibilidad… atardeceres y amaneceres exactamente idénticos. La soledad es muy creativa, guarda una nostálgica que engancha, e incluso que da miedo… que aparta y mucho, de casi todo. Los sueños… enormes, se vuelven inalcanzables, y eso… no puede ser.

La Ciudad del Viento

Las torres son tan altas, y tan altos los gigantes…
Hoy he soñado que regresaba a Chicago, aquel espectáculo de torres inalcanzables bajo mis pies o sobre mi cabeza… cuantos ratos a solas, cuantos momentos contigo entre inmensas calles de cine. Será porque estoy enganchada de forma descomunal a «Shameless«, esa serie gamberra rodada en los suburbios de Chicago… será porque ayer vi como diez capítulos seguidos (cosas de esta ola de frío polar), no lo sé… pero mis recuerdos se vuelven increíblemente nítidos esta mañana congelada de domingo en Siberia.
Que empiece la música…

Asteroide 2016

30 de diciembre del 2016
Ya tengo las maletas preparadas, el cohete disparando estrellas como nunca, no se si alguna vez arreglaré ese maldito tubo de escape, en el fondo me gusta que la purpurina lo ilumine todo al despegar; esa fascinante estela de color al arrancar… dejando constancia de lo vivido.
Asteroide, te echaré de menos… tanto, tanto, que he intentado atraparte en postales, en notas de última hora, en cintas de recuerdos y cajas gigantescas embaladas… casi no me cabe todo en mi pequeño maletero de hojalata. Me esforzaré mucho en no olvidarte (te lo prometo), en no perder jamás todo lo que me has regalado y lo que hemos aprendido juntos. Tantísimos viajes infinitos por carreteras olvidadas, tantísimas decisiones sobre la marcha…
No siempre el universo hermoso nos lleva a los lugares más transitados, a veces nos sentimos solos, materia oscura, silencio infinito. Aunque en esos momentos la burbuja se hace tan brillante, tan intensa… que hasta la oscuridad más profunda deja de darnos miedo. Asteroide, no quiero irme, pero el reloj corre rapidísimo, y esta vez no puedo detener el tiempo, ni engañarte con fotogramas trucados, tengo que despedirme, dejarte atrás como a otros tantos asteroides del pasado.

REINAS

Con esa fuerza más grande que el viento, entrabas en las habitaciones y lo llenabas todo.

Uno oculta el invierno bajo sus hojas, se disfraza de arboleda y de seguridad, colores vino que nos alejan de la niñez o nos devuelven a ella, a modo de calcetines de lana con bolones. Puede que seas difícil de entender, probablemente seas como uno de esos conceptos extremadamente creativos o abstractos. Da igual, eres deslumbrante incluso con ese improvisado pijama que gastas, colores flúor, atuendo para explorar territorios, sacar la basura y perderse por travesías en ascensor.

No sé si dibujaste tus perspectivas en algún papel (algunos días lo busco). Recuerdo contemplarte pensando que eras como una estrella desaprovechada, que brillabas demasiado para aquellas cuatro paredes… podrías haber escrito historias de cine, vivir entre focos, luces y noches de gala. Pero tu forma de planear la vida no te lo hubiese permitido, se alejaba, años luz, de todos esos mundos paralelos.

LA BODA DE CARTULINA

«Yo ya era así antes de que tú llegaras, caminaba por las mismas calles y comía las mismas cosas. Incluso antes de que llegaras yo ya vivía enamorado de ti y a veces, no pocas, te extrañaba como si supiera que me hacías falta.»  

Julio Cortazar. Las cosas que nunca te dije.