La sencillez es preciosa, las cositas pequeñas del día a día… sin saber muy bien por qué, a pesar de los días insoportables y del aburrimiento inevitable, una extraña energía nos atrapa y nos mantiene enganchados al despertar… a la vida. Y queremos estar despiertos para siempre, y queremos, queremos y queremos…

Las últimas semanas fueron un tanto extrañas, frenéticas… el abandono del blog ha sido notable, para los que lo hayáis notado, lo siento. El caso es que elmundodebirichinata está cambiando, porque cuando uno cambia todo se mueve un poco, y como era de esperar el blog está cambiando y se está convirtiendo en un rincón difícil de definir, un poco como el alma, lleno de cosas, de música y de emociones… sólo espero no perder ese «toque» y que os siga gustando.

Hoy me apetecía hablar de las pequeñas cosas, de las lineas rectas y de la rutina. Porque por una extraña razón soy amante declarada de la rutina, supongo que me relaja y hace que la salida de lo habitual se haga más mágica.

Para mi la rutina es una forma de perfección, de mejorar cada día en lo que hacemos… y eso es fascinante. Al final la vida no está llena de fiestas, ni de viajes gigantes ni de riquezas… o al menos las vidas de la gente que yo conozco; pero sí repletas de rutinas dulces, de bares de siempre, de carreteras con curvas, de cumpleaños que vuelan y de perfectas cenas compartidas. Me encanta la rutina, el despertar y aprender del ayer, la sencillez frente al batiburrillo de mundo en el que camino.