Ruido, silencio y música

«Sólo tengo un corazón, solamente un corazón, vulnerable ante tanta inmensidad… Y si no lo riego yo, con anhelos y con sueños, yo, se me morirá de pena en un rincón» Jose Ft.

Menuda rachita llevamos de averías domésticas en casa, ya es el segundo año consecutivo que empezamos septiembre con una huelga general por parte de la nevera, rotura de termo incluída y algún que otro incidente rocambolesco más en el universo del electrodoméstico. Porque estoy segura (y eso os lo puedo prometer) que el anuncio de Media Mark, «yo no soy tonto», iba definitivamente por mi. ¡Madre Santa! que necesaria y vital es el agua caliente… esa ducha agradable al final del día que te recompone y se lleva por el desagüe todo esos problemillas que te picotean el entre cejo como avestruces rabiosas… o esa hora sagrada del baño de Jorgito, con la dichosa musiquita del Imaginarium. Pues nada… aquí estamos viviendo a lo troglodita desde hace ya más de una semana… transportando congelados, organizando la nevera en bolsas plastificadas y calentando ollas de agua caliente en la vitrocerámica, al más estilo hombre de la caverna.

Regreso a los 80’s

Vinilos y Rock and Roll
Es cierto aquello de que la vida sin música no sería lo mismo, es extraño recordar momentos vividos sin esa banda sonora peculiar que cada uno siente dentro, como suya, como parte de lo que conoce. Y es que en el fondo todos somos un poco lunáticos, todos hemos cerrado los ojos bajando una colina con la bicicleta, sintiendo el aire fresco en la cara y escuchando aquella vieja canción que ahora por supuesto no recordamos… pero que si sonara…nos teletransportaría a aquel instante, aquel instante único e irrepetible en el que fuímos tan libres.