Vuelta a casa

La vida son momentos, momentos que pasan, que están entre nuestras manos o que esperan. La navidad está llena de momentos dulces, de ilusión y de reencuentros. Aterricé hace ya una semana, pero aún puedo escuchar el alboroto de Oxford Street si me lo propongo, supongo que una parte de mí aún continúa volando entre dos mundos, entre dos países. Cuantas veces habré refunfuñado por el clima de Londres y su falta de luz. La nostalgia es un sentimiento muy extraño, dulcifica los recuerdos hasta el punto de conmovernos.

La serenidad, la paz de la playa de invierno… es como si todo se moviese demasiado despacio allá fuera y mi mundo interior continuase girando a la velocidad del rayo. Con los días todo se calma, es increíble el efecto que el mar ejerce sobre mí, sus olas bailando y ese azul inmenso que me recuerda que nada es tan desastroso como parece. Y entonces me lleno de luz y de alegría, y mi ritmo vital se va reorganizando.
En pie frente a mi azul infinito o deslizándome sobre él a través de altas autopistas. Una copa de vino, del de verdad, perderme en la calidad, y darme cuenta de que por fin estoy en casa. Porque España más allá de otros países que han formado parte de mi vida guarda esa sencillez, esa simplicidad y ese buen gusto que me fascina hasta las lágrimas.
«No existe la Navidad ideal,  tan sólo la que tú decides crear.»
Felices Fiestas! BB 😉
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