La Plebeya que se convirtió en Reina

«La verdadera belleza brota del corazón y habita en los ojos.»

Espacios, grandes o pequeños, temporales o definitivos. Espacios que creamos con pasión para quedarnos un ratito o por qué no… para quedarnos toda la vida. Y a la pregunta de por qué eres tan maniática del orden, por qué adoras las cestas de mimbre hasta la enfermedad o por qué el blanco invade todas las habitaciones de tu casa y de tu rutina… la respuesta es esa, ESPACIO, reino, planeta, «estar a gusto».

Crónicas Birichináticas desde la LUNA

mujer frente al espejo

Esta eres tú, quien lo iba a decir… frase genial de una compleja película de Isabel Coixet, que marcó un antes y un después en mi forma de mirar el mundo y percibir las pequeñas cosas de la vida. Porque es cierto que encontrarnos a nosotros mismos es una asignatura pendiente en este viaje, en ocasiones lioso, difícil y en forma de laberinto. Pero si algo he aprendido en estos últimos diez años, es que pase lo que pase, aunque creas que no podrás superar esa muralla, al final todo se mueve hacia delante, evoluciona y se matiza, y nada es tan fatídicamente grave, ni tan aburridamente sencillo, porque las cosas son como son, y con eso debería bastar.

Aprendes a filtrar, a dejar a un lado a las personas que no te suman nada, a las que te exprimen y te absorben la energía, porque tras horas de terapias personales y de viajes espaciales… aprendes a decir NO (qué fácil era y cuanto nos ha costado). Porque no eres heroína, ni superstar… y necesitas dormir ocho horas como todo ser humano, con la conciencia limpia, con tus principios inalterados, con tus muebles en su sitio y tu nave espacial aparcada en la puerta, con las luces apagadas y abrazada a la almohada.

Nubes negras que traen lluvia a todo color

lluvia
Porque no todo es lo que parece, y porque a veces las nubes negras y las decepciones nos descubren perspectivas nuevas, personas que nos atrapan el doble… y es que por una extraña ley matemática, todo, en absoluto, ocurre por algo.
Existen ciudades dormidas, susurros y luces que nos traen de vuelta a casa. Luces que entienden tus rarezas incluso mejor que tú misma. El día que decides regresar a la tierra podría ser un miércoles cualquiera, en el que piensas que ningún viaje marciano conseguirá devolverte ya a ese estado de tranquilidad de la niñez… y que la vida terrestre podría merecer la pena a pesar de todo. Así que paras en seco, detienes tu nave… Pues podría ser interesante enamorarse del cielo desde la arena.
Image

Sería Capaz

«Sería capaz de cambiar el calendario lunar…escalar esta montaña polar y a tu lado aterrizar…»
2016, y 4 años desde que empecé esta aventura, este mundo de viajes al círculo polar, de heladas en Siberia, de veranos en Saturno, de burbujas y más burbujas, de Madys y cafés, de Clementines que vuelan en naves fluorescentes… de gente cósmica, que explora, que percibe esa magia y que no se detiene.
4 años de mundos birichináticos, de historietas, de imágenes y de sueños… porque sólo este espacio me acerca un poquito a ese universo de colores y luces, de personajes y de cráteres que habita en mis pensamientos. Esa realidad mía que se esconde entre las estrellas, y que quizás… por qué no… exista.

La Ciudad Burbuja

Ese lugar donde Birichinata, Mady, Clementine, Marieta y Lora (la pequeña exploradora) fueron felices para siempre.
Vivíamos en una ciudad burbuja, donde las estaciones oscilaban a nuestro antojo, una ciudad de casas con chimenea a pie de playa. La ciudad donde Clementine leía libros al sol, mientras Mady preparaba café en cafetera de latón. Una ciudad donde no existían los principios ni los finales… una ciudad sin tiempo. Pureza estelar, o algo así, ritmos circadianos y conexión; una unión más grande que la fraternal, una amor saturniano a años luz de todo lo conocido.
Porque las decepciones no ocurren en el espacio y mucho menos en aquella ciudad burbuja. Y así es como deberíamos sentirnos toda la vida, en un vuelo arriesgado sobre lugares llenos de sueños.

Carta a una exploradora

«Creo que lo ordinario se da la mano con lo extraordinario, cada día.» Joy
Pensé en escribirte hoy… la noche siempre saca muchas más reflexiones fascinantes que la luz del día, la oscuridad esconde esa vulnerabilidad mágica que nos hace más pequeños, sí! Pero mejores…pedacitos de valentía y trocitos gigantescos de miedo.
A veces te desconectas, y entras en ese mundo de aventuras épicas que sólo tu conoces, y con el que sólo tú sabes soñar. Y es que tu forma de soñar siempre ha sobrepasado con creces todas las posibles y existentes barreras de la realidad. Tus sueños se extendían mucho más lejos de lo conocido… y eso, he de decirte que siempre me ha mantenido enganchada a tu cantimplora.

Todo lo que no se ve

Al parecer alguien dijo una vez…
«Las dificultades preparan a personas comunes para destinos extraordinarios.»

Respiré muy fuerte esta mañana, más fuerte de lo habitual… eso seguro, preciosos cafés pre-otoñales. Las luces de agosto se difuminan y se convierten hoy en grises de nubarrones, y no quiero que llueva. Hoy no.

La butaca en la terraza y ese oleaje repetitivo, esas olas que retumban más dentro que fuera de la habitación. Septiembre siempre ha sido nuestro mes de reseteo, de echar de menos, de naufragar. ¿Cómo puede uno perderse tanto en una habitación con cuatro paredes? ¿Cómo puede uno decepcionarse tanto por aquellos barcos que parecen navegar lejos, casi invisibles entre las olas?Yo era de coleccionar barcos, de perseguirlos, de atraparlos en botellas para siempre… absurdo, ilógico… Todo lo que viaja lejos de ti, es porque no quiere hacerlo a tu lado, gran verdad universal (y sí, eso también ocurre en Saturno). Todo lo que no está a tu lado, todo lo que no te consuela cuando lo necesitas… Todo lo que no está, es porque no está, y todo lo que no se percibe es porque no quiere ser percibido. Y contra esta ley o teoría física elemental, no hay poderes humanos que comulguen. Así que no persigas barcos que no entienden tu oleaje, no intentes navegar sobre mareas ajenas a ti. No lo hagas, sólo encontrarás soledad.

Te cuento una cosa… ahora me ha dado por las sesiones de música indie, parece que mi independencia otoñal se refleja también en la música. Mejor sola que acompañada de reptiles que cambian de color, mejor sola escuchando indie que bailando entre apariencias. Amando hasta lo más profundo a esa gente que es amarilla y no se camufla ni siquiera en el campo de batalla. BRINDEMOS POR LA GENTE AMARILLA!

Cierro los ojos y esta melodía invade mis poros, te imagino corriendo por la orilla entre las olas, entre carcajadas… que auténtico eres. Con esa sonrisa partida y esa forma tuya tan peculiar de balancear las cosas… Puede que me gustes, y eso que te vistes raro, nunca fue tu fuerte combinar colores, rayas y cuadros… sombreros de paja y tirantes, y es que todo te sienta bien, mi chico «indie»

Querida niña extraterrestre

Hoy te diré aquellas cosas que nunca te dije…
Te escribo a ti, sí a ti… a esa filósofa griega atrapada en la época moderna, a esa astronauta con miedo a las alturas, a esa extraterrestre en la tierra. Has huido de piratas, atravesado meteoros sin armadura y dios sabe que te ha picado, que te ha dolido… Jolín si hasta has ardido de forma desbordante; pero qué habría sido de tu viaje sin esa posibilidad. Al parecer has vuelto de Siberia esta madrugada, no se cuanto tiempo sueles andar metida en sus heladas, sólo sé que esta salida sólo es temporal, y probablemente corta, no más de uno o dos ciclos lunares, imagino. Y es que en el fondo te encanta lo místico. Bueno, no quiero que te disculpes por ese universo tuyo, no deberías pedirme perdón por mudarte a tus planetas. Tengo claro que el que te exige explicaciones jamás encontrará naves para llegar a ti.

La Chica del Café Solo

-Un café solo, doble y con mucho hielo…
Mmm… (voz en off) no sé si habrá escuchado lo del hielo.
– Con mucho, mucho hielo…
Y es que la chica del café solo era más de hielo que de café, tan sólo eso explicaría su supervivencia ante aquellas elevadas dosis de cafeína en vena. Le encantaba jugar con el hielo, girarlo en el vaso escuchando atenta tus conversaciones, con los ojos abiertos como platos. Esos detalles exclusivos que describen a las personas y las hacen irrepetibles.
A la chica del café solo, la amas, y sino la amas es que eres tonto… de remate.