El Novio Burdeos

novio ideal
Y la verdad es que nos volvemos majaretas con esto de las bodas… que si nuestro vestido, nuestros zapatos, nuestro ramo de novia… miles de consejos de blogs especializados en el disparatado día de nuestra boda, y al final… para un micro segundo en el aire, un micro segundo genial y estupendo… Sí! pero que se esfuma en un abrir y cerrar de ojos.
Si os digo la verdad, al verlo con perspectiva… nada resultó ser tan crucial, ni tan de vida o muerte. Te pusiste el vestido que te gustó aquel martes de chaparrón, aquella tarde de cafés de invierno después de una llorera de media hora… ese que llegó a tu vida por casualidad y que no parecía sentarte mal del todo; los zapatos fueron pura elección del azar y del ramo… mejor ni hablamos. Porque en la vida real, las cosas no son del todo como en «instagram»; y eso… pues está bien.
Querido chico burdeos, tú fuiste más de conservar la genialidad, de disfrutar cada segundo y de descorchar botellas porque siempre había algo que celebrar. De conservar esa paz interior y de intentar no sacar las cosas de quicio; de recordarnos que no debíamos perder el concepto, la esencia de las cosas, lo verdaderamente importante… porque al final lo que cuenta, es ser capaces de desnudarlo todo. GRACIAS!

Vino del Norte

LA BODA DE AIDA Y GUIDO
Fotografía Victor La Fuente
Dicen que no existe la boda perfecta (pues es mentira ;)), es cierto que hay miles de cosas que no pensamos de antemano, que se nos vuelven del revés, pero quizás sean esos pequeños detalles los que hacen que ese día se llene de anécdotas especiales, sólo nuestras.
Sólo alguien como tú, pequeña rubia traviesa… se metería en su propio coche, con su trupe de amigas dentro… rumbo a su boda. Recuerdo con una imagen nítida en la retina, ese recogido de novia y tocado incluido, al volante. Confieso que se me pasó por la cabeza… ¿y si cambiamos de dirección? ¿y si continuamos por esta carretera hacia el infinito..? Perdernos por nuestras playas de dunas, borrarnos del mapa y tostarnos al sol, como solíamos hacer en aquellos veranos, en los que el mundo, simplemente era nuestro. Fue sólo un impulso (lo prometo), el chico del Norte te esperaba, y tu mundo se ampliaba inmensamente, no sabes cuanta felicidad salía de aquel pequeño coche aventurero… que bonito fue aquel momento, ojalá lo tuviese grabado en vídeo.