Principio de incertidumbre

Sal ahí fuera y elige bien, tú que tienes todas las posibilidades, cierra los oídos frente al ruido. Sólo el que no puede te dirá que tú tampoco podrás, así que abre las alas enormes hacia el cielo, y vuela hacia donde quieras. Eres tremendamente afortunado de cada carretera que se te presenta, afortunado de la posibilidad y de esa maravillosa incertidumbre que lo dibuja todo, recordándonos que estamos vivos.

Ya Heisenberg hablaba de la incertidumbre en mis viejos libros del instituto, en aquellos temas complejísimos de mecánica cuántica, en los que garabateaba mirando por la ventana. El Principio de Incertidumbre venía a decir algo así como que es imposible determinar a la vez, en los términos de la física, la posición y el momento lineal. Es decir, que cuanto más nos empeñamos en saber donde está una partícula en el espacio, más lejos estamos de conocer a qué velocidad se mueve. Si lo piensas bien, esto también ocurre en la vida. Intentas conocerte, sentir el anclaje de tus sueños desde los zapatos y sopesar los caminos, los silencios, las pausas entre tempestades. Pero la incertidumbre lo distorsiona todo y el tiempo se pasa feroz, atrapándonos en sus entretenimientos.

Brindemos

LA MÁGICA INCERTIDUMBRE

A veces los sueños están tan cerca… que se acarician con la punta de los dedos, casi casi se tocan, y te sientes en un limbo de espera, entre dos mundos. 2018 viene a modo de espejismo maravilloso, un asteroide cargado de chispas de color… Menuda explosión de confeti y brillantina nos espera. Porque las cosas más maravillosas de la vida ocurren así, de pronto, mientras bailamos, sin avisar, sin agendas ni paréntesis.

Estas navidades veía un anuncio en la tele que hablaba sobre el arte de brindar… que importante y que poco desarrollado. Me encantan esas personas capaces de alzar su copa y hablar durante minutos de lo bonito que les regala la vida. Un don genial esa capacidad de encontrar las palabras adecuadas para decir exactamente lo que guarda el corazón.