Ruido, silencio y música

«Sólo tengo un corazón, solamente un corazón, vulnerable ante tanta inmensidad… Y si no lo riego yo, con anhelos y con sueños, yo, se me morirá de pena en un rincón» Jose Ft.

Menuda rachita llevamos de averías domésticas en casa, ya es el segundo año consecutivo que empezamos septiembre con una huelga general por parte de la nevera, rotura de termo incluída y algún que otro incidente rocambolesco más en el universo del electrodoméstico. Porque estoy segura (y eso os lo puedo prometer) que el anuncio de Media Mark, «yo no soy tonto», iba definitivamente por mi. ¡Madre Santa! que necesaria y vital es el agua caliente… esa ducha agradable al final del día que te recompone y se lleva por el desagüe todo esos problemillas que te picotean el entre cejo como avestruces rabiosas… o esa hora sagrada del baño de Jorgito, con la dichosa musiquita del Imaginarium. Pues nada… aquí estamos viviendo a lo troglodita desde hace ya más de una semana… transportando congelados, organizando la nevera en bolsas plastificadas y calentando ollas de agua caliente en la vitrocerámica, al más estilo hombre de la caverna.

Verano

Ya estamos de nuevo por aquí, han sido unos meses complejos, llenos de bocetos que se armaban y desarmaban por segundos, llenos de rupturas internas y de comienzos, supongo que como siempre en la vida… hay ratitos de pararse, de reflexionar y de descargar todo aquello que pesa de más. Aún me encuentro en una de esas descargas «siberianas»… pero poco a poco todo se siente más ligero. Birichinata está siendo un caos absoluto que no termina de concordar, un batiburrillo lleno de piezas que encajan pero se repelen a la vez, aunque aquí sigo inmersa en este sueño, compartiendo con todos vosotros este proyecto… difícil de interpretar.

Y es que a lo tonto a lo tonto nos hemos metido de lleno en otro verano más, un verano de calorín, de sombrillas a borbotones y de ajetreos… Parece que el metro cuadrado de playa vale oro. Que lejos quedaron aquellos días de invierno, de paseos por esas arenas nostálgicas… Los veraneantes no saben de la magia de la playa de invierno, de sus secretos, ni de su tempestad…

Y aunque me disfrazo de turista y me entremezclo entre las señoras con gafas a la última y sombreros ibicencos, esta arena siempre me hace sentir especial, en casa, en esa casa veraniega que se prepara año tras año para el festín, para esos meses intensos de julio y agosto, dando todo de sí misma en un verano de luces y ferias, rebosando ruido, música, carcajadas y brindis con mojito a la luz de la luna… Es bonito ver esa estampa repitiéndose año tras año, desde la perspectiva de morriña de los días lejanos, en los que la ciudad nos olvida y nos convierte en una postal de nevera, en una taza de recuerdo para el desayuno, o en ese amor de verano que nunca volverá… desde esos días en los que la niebla marinera lo respira todo y el ritmo se enlentece y todo absolutamente todo se hace místico, recordándome porque esta es la única orilla del mundo que no dejaría nunca de mirar.

Desde mi Olivetti cuando no me ves

Es raro escribir con Olivetti en el año 2017, sobre todo porque al final escribas lo que escribas sino está escrito en ordenador, se pierde en el desorden caótico. Contigo Olivetti las cosas son de otra manera, me pones nostálgica y me inspiras algo, será tu sintonía musical, esa cancioncilla al escribir, no sé… me generas un aire tan místico que hasta me siento especial.

La pequeña Olivetti era de mi abuelo, lo recuerdo escribiendo sus cartas y operaciones de contabilidad como si fuese ayer, con aquellas gafas de pasta en equilibrio sobre la punta de la nariz. Cuando suena Olivetti y le cuento mis historietas «astronáuticas» de planetas imaginarios, mi abuelo parece estar un poquito más aquí, más conmigo, más en la tierra.

NUEVA YORK, LA PERFECTA ENTROPÍA

«Hay algo en el aire de Nueva York, que hace que dormir sea un desperdicio.»
 Creo que hay un antes y un después en la vida una vez aterrizas en Nueva York… un punto de inflexión. Sin duda es una ciudad que te dice algo, algo que nunca antes te dijo nadie, o todo lo que te decían mientras te hacías la dormida. Un lugar que vuelve humilde a las personas, que les recuerda lo pequeñas que son ante la inmensidad del mundo, entre sus edificios imposibles. Una ciudad sin descanso que pretende escalar el cielo, un fantástico caos organizado en avenidas perfectas, sonoridad y callejuelas cuadriculadas.

El Novio Burdeos

novio ideal
Y la verdad es que nos volvemos majaretas con esto de las bodas… que si nuestro vestido, nuestros zapatos, nuestro ramo de novia… miles de consejos de blogs especializados en el disparatado día de nuestra boda, y al final… para un micro segundo en el aire, un micro segundo genial y estupendo… Sí! pero que se esfuma en un abrir y cerrar de ojos.
Si os digo la verdad, al verlo con perspectiva… nada resultó ser tan crucial, ni tan de vida o muerte. Te pusiste el vestido que te gustó aquel martes de chaparrón, aquella tarde de cafés de invierno después de una llorera de media hora… ese que llegó a tu vida por casualidad y que no parecía sentarte mal del todo; los zapatos fueron pura elección del azar y del ramo… mejor ni hablamos. Porque en la vida real, las cosas no son del todo como en «instagram»; y eso… pues está bien.
Querido chico burdeos, tú fuiste más de conservar la genialidad, de disfrutar cada segundo y de descorchar botellas porque siempre había algo que celebrar. De conservar esa paz interior y de intentar no sacar las cosas de quicio; de recordarnos que no debíamos perder el concepto, la esencia de las cosas, lo verdaderamente importante… porque al final lo que cuenta, es ser capaces de desnudarlo todo. GRACIAS!

PERSEIDE, EL DÍA QUE VOLVISTE A LA TIERRA

Puede que en nuestro microcosmos no existan Perseides; pero si abres bien los ojos, verás alguna surcando el cielo, o perdida en la arena.

Busqué a Perseide aquella tarde de julio, busqué su cráter, los restos de su nave… pero no había más que una nube de polvo y esa ventolera infernal de aire cálido. No había señales, ni sonidos (probablemente no naufragó, pero no deseaba fiestas de bienvenida).

Dicen que es peligroso jugar a lo seguro, que es peligroso quedarse con el corazón estático, conformarse con un único paisaje, que es peligroso esperar. Perseide me lo enseñó, despegando su nave hacia planetas menos seguros, con corazones dispuestos a albergarlo todo, buscando todo aquello con lo que una vez había soñado, dibujando posibilidades.

Agujeros de Gusano

Dicen que los agujeros de gusano son conexiones espaciales entre distintos universos, pasajes teóricos que podrían crear accesos directos, evitando viajes largos e imposibles en el espacio infinito. Puentes de conexión entre dos mundos. No hace falta analizar la teoría de la relatividad para encontrar perfectos agujeros de gusano en la tierra.

Existen esos días cualquiera de verano en los que se abren miles de ellos entre las personas. Agujeros que nos permiten explorarnos, que nos permiten explorar nuestras rarezas, que suenan a carcajadas, a campo, a mar…  y sí, también existe esa ligera deformación de las variables espacio y tiempo después de esos profundos viajes… (como en el universo) todo se aprecia lejano, abstracto… incluso irreal.

El Viaje de Carol

«Usa la soledad para enseñar la convivencia, usa la rabia para mostrar el valor infinito de la paz, usa el tedio para resaltar la importancia de la aventura. Usa el silencio para enseñar sobre la responsabilidad de las palabras. Usa el cansancio para que se pueda comprender el valor del despertar. Usa la enfermedad para resaltar la bendición de la salud; usa el fuego para enseñar sobre el agua; usa la tierra para comprender el valor del aire…» Paulo Coelho
…y usa el amor para cambiarlo todo