Desde la otra orilla

Te regalé todas mis caracolas, y fue entonces cuando aprendí a escuchar el mar.

Espacio, tiempo. Tú contigo cultivando flores de papel en una playa de invierno abandonada. Ahí, brincando en la arena, tras esos dieciesiete días de tormenta huracanada, frente a aquel rugido, desde la otra orilla, todo parecía haberse vuelto más liviano.

Una playa más salvaje ahora, llena de caracolas en las que escuchar nítidamente el mar vibrante. Querido Marzo, llegaste de puntillas, tímido, iluminando la arena y llevándote de un golpe todo lo inservible.

El planeta escondido

«No vuela quién tiene alas, sino quién tiene un cielo.» Elvira Sastre

Tenía un planeta escondido, rodeado de estrellas, polvo cósmico, un lugar silencioso, lleno de ecos, donde no había ventanas, ni familias dentro de habitaciones iluminadas en la noche tenue, un planeta enano en el que sólo cabía una playa. Una esfera gaseosa a ratos, donde el agua flotaba en el aire y el mar se convertía en una curva compleja con peces voladores sobre un cielo celeste.

Lullaby & el verano invencible

«En medio del invierno aprendí por fin que había en mí un verano invencible.» Camús

Nunca había pasado tanto tiempo sin escribir, estática ante un teclado, emociones sin salida, atascadas en inviernos de sol cubiertos de nieve. Con poco coraje para quedarme a solas conmigo misma y escuchar por dentro, a modo caracola. Demasiados ecos, silencios e irrealidad. Hoy, suena de nuevo Lullaby de Sleeping at last en la casita marinera, engranaje, suena oxidado pero precioso. Puedo escribir.

El punto de no retorno

«Y sí… puede que al final tuvieras toda la razón. «

Suena Bridge Over Troubled Water de Aretha Franklin. Un sombrero, una mesa de madera, velas y ese cuaderno lleno de tachones de tinta azul. Preparo café (son las cinco y media).

Donut con triple de crema de chocolate (total que más daban unas cuantas kilocalorías de más) ya era hora de asumir que este verano no iba a parecerme para nada a Pilar Rubio después de su embarazo (esa mujer debía ser de otra galaxia), y Dios sabe que me he destrozado las rodillas haciendo sentadillas. Cada uno allá con sus «culebrones» personales en materia de «michelín», yo al menos había conseguido entrar en un bañador de temporada, no os voy a desvelar la talla, pero… bien por mí!

Aplausos 

Eclipse

«Un niño cruzó el universo montado en un burro con alas de plata, buscando una estrella llamada Renata.» Enero en la playa, Facto Delafé y las flores azules.

Eclipse, dícese de ese fenómeno astronómico en el que un cuerpo celeste se pone delante de otro, se alinea de una manera determinada y ocurre el espectáculo.

La vida sencilla

«Ven hasta aquí, sálvame tu… ponte a reír, prende la luz… cerca de tí, tiemblo.» El funambulista

Lo digo en serio; siéntate un momento ahí, donde puedas, prepárate un tazón de buen café en la taza más apetecible que tengas en tu casa… dedícate ese momento (te lo mereces), mira por la ventana y recuerda algún instante de tu niñez, probablemente olería a buñuelos, sonaría a coro, a llantos por caídas de la bici, a abrazo con chocolate, a vida sencilla…

La vida sencilla, es fácil. Desayunos en el porche, zumo de naranja recién exprimido, ese olor a pan y a bosque… una cesta de fruta, colores almendra, nogal, una pizca de lavanda y notas de Van Morrison en mi tocadiscos. Bailotear contigo ese «Days like this», canción fascinante que debería ser la banda sonora de todas las vidas sobre la tierra.