Elegir

«Ya estamos en edad de tirar por la borda los sentimientos que no nos sirven para nada… y quedarnos sólo con aquellos que nos ayudan a vivir.» Isabel Allende

Dices que te aburres, que este lugar te atrapa hasta que se te cae encima, que las cosas aquí parecen demasiado pequeñas. Días iguales en inviernos idénticos, que dibujan líneas rectas en el calendario. ¿Sabes qué? Yo también solía decir eso.

No se si serán los años, el tiempo que nos transforma y nos descubre otras personalidades… porque al crecer dejamos de entusiasmarnos con el ruido y empezamos a valorar los silencios. A valorar, lo que al parecer desde el principio había sido «lo importante», y decidimos escuchar la vida, pararnos delante de ese instante y respirarlo dos veces por segundo, porque somos conscientes de que nunca volverá. Y elegimos otras formas de pasar el tiempo, de decorar nuestro propio universo, otras formas de estar en él y de hacer que cuente. Stephen Hawkings dijo una vez que «el universo no sería tan interesante sino fuese el hogar de la gente a la que amamos».

Mi primera carta de amor

«Juraría que cada palabra que cantas… la escribiste para mí.» James Arthur

Me pregunto que estarás haciendo ahora, flotando en la calma, preparándote para ese viaje del que aún nada conoces. A mi me entra un gusanillo en la barriga cada vez que hablo de ti… no sé si algún día podrás comprender esa sensación. Amor y miedo, menuda mezcla contradictoria y al mismo tiempo inseparable. Supongo que el miedo es inevitable, pero como siempre te han dicho y repetido, el miedo es sólo al empezar, después todo se afloja, todo fluye… probablemente porque ya estaba establecido que así fluyera en alguna estrella, y la vida transcurre, de la mejor manera que sabe.

La Ciudad Burbuja

Ese lugar donde Birichinata, Mady, Clementine, Marieta y Lora (la pequeña exploradora) fueron felices para siempre.
Vivíamos en una ciudad burbuja, donde las estaciones oscilaban a nuestro antojo, una ciudad de casas con chimenea a pie de playa. La ciudad donde Clementine leía libros al sol, mientras Mady preparaba café en cafetera de latón. Una ciudad donde no existían los principios ni los finales… una ciudad sin tiempo. Pureza estelar, o algo así, ritmos circadianos y conexión; una unión más grande que la fraternal, una amor saturniano a años luz de todo lo conocido.
Porque las decepciones no ocurren en el espacio y mucho menos en aquella ciudad burbuja. Y así es como deberíamos sentirnos toda la vida, en un vuelo arriesgado sobre lugares llenos de sueños.