El aterrizaje

«Cuando se enciendan las luces y este solo, estarás ahí para cantarme otra vez.» J.Arthur

Siempre he sido más de escribir, de poner tonterías en libretas viejas, recortes que me encuentro en cualquier cajón y me transportan a momentos únicos, a tiempos de sueños que no volverán. Porque escribir tiene eso, una chispa fascinante que enciende el alma cuando releemos nuestras historias.

Ahora esa libreta que empecé hace hoy un poco más de nueve meses… está terminada, y tú, pequeño astronauta ya has llegado a la tierra. Increíble aventura.

Como suele pasar con las cosas importantes en la vida, todo ocurrió un miércoles cualquiera, un miércoles de invierno, de rutina… un miércoles de esos en los que cualquier terrenal que se precie ve tranquilamente Pasapalabra en el sofá, o cambia la sintonía de la radio en medio de un atasco gigantesco al salir del trabajo, un día cualquiera en el que dos amigos comparten penas y alegrías cerveza en mano, brindando entre risas en el bar de la esquina… un miércoles, en el que alguien le dijo a otro alguien que le quería, o que se acabó. Un miércoles más… en el que tú y yo comenzamos nuestra aventura, deteniendo el mundo o acelerándolo por encima de lo conocido, todo depende de como se mire; retorciéndonos de dolor durante cada contracción, librando esa batalla descomunal que comienza antes de la vida.

Y tras aquella guerra, donde sin duda ganamos nosotros, tras aquellas interminables diecisiete horas de fuerza, de agotamiento bestial y de incertidumbre… aterrizaste.

Llegaste a modo de meteorito estelar, trajiste viento a la playa, tempestad huracanada, azules intensos y olas de cuatro metros. Tengo que decirte que eres un valiente, enfrentándote a esa llegada accidentada, sin rumbo definido, repleta de complicaciones. A pesar del frío conseguiste abrirte paso, entrar en la atmósfera. Menuda sensación inexplicable tu salida al mundo exterior… pasado el efecto anestésico, con ese aturdimiento hormonal y esa energía tigresa que no sabría explicarte de donde viene y a dónde va…

Verte, lloriquear por nuestro aterrizaje de emergencia y respirar esa felicidad extrema que te droga. Darte mi corazón, sin preguntas, porque ahora todo lo que soy está en ti… en tus pasos, en tus sonrisas, en esos llantos desconsolados que duran horas. Y ya no recuerdo lo que era dormir del tirón, o dejar de mirar el reloj en el sofá… ya no me acuerdo de lo que era ser sólo una. Y hoy me pregunto… ¿cómo he podido estar sin ti todo este tiempo?

Pequeño astronauta, bienvenido a la tierra, nunca Saturno estuvo tan cerca.

#cartasdesdelacasitamarinera

 

5 Comentarios
  • Berta
    Responder
    30/01/2018

    Oh! Amor! Sin palabras.

  • 30/01/2018

    ❤️❤️❤️❤️❤️❤️

  • Bea
    Responder
    05/02/2018

    ????

  • Dancarbal
    Responder
    18/02/2018

    He llorado de emoción.
    Simplemente genial

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