Dibujando cohetes para volar muy lejos

Coloreaba figuras, prismas de colores superpuestos. Me encantaba seleccionar las tonalidades y componer mezclas imposibles. Como una expresión de mi libertad perdida, una toma de control absoluta del universo que nadie me podía arrebatar.
Dibujaba frente a la chimenea, con la alfombra repleta de «carioca», ese olor a cuadernos y a ceras de color… las manos manchadas y por supuesto algún que otro garabato en la cara. Porque por un instante el mundo es un folio en blanco, un espacio abierto que nos permite ser lo que queramos ser. Y es que en defenitiva el blanco puede convertirse en cualquier cosa.

El camino es como un lienzo que tenemos que dibujar, mi profesora de pintura solía decirme que no importaba las veces que me equivocase pintando un cuadro, lo importante era no caer en el error de borrarlo todo. Cada fallo ofrece una nueva perspectiva y la magia de arreglarlo es lo que nos conduce al arte. Siempre me ha encantado pintar; universos, satélites, estrellas lejanas que nunca alcanzaré…  Me parecía genial la posibilidad de colocar los peces en el cosmos y sumergir los planetas bajo el mar. Al fin y al cabo no existe tanta diferencia entre volar y nadar, somos nosotros los que sometidos a la física vivimos pegados al suelo. Pero cuando dibujas, nada de eso es demasiado importante, porque todo cuenta, todo vale.
Realmente un cuadro sólo tiene un 10% de talento, el 90% restante del arte consiste en no perderse, en no darse por vencido en el trabajo, estar frente al lienzo y no cansarse, recorrer cada detalle, cada sombra insignificante o trabajar la inmensidad de todo un cielo azul durante horas.
El mérito está en el esfuerzo diario, en el continuar aunque te duelan las manos. Tus cicatrices son las que convertirán esa obra en algo tuyo. Mucha gente que conozco jamás se puso frente a un lienzo, algunos optaron porque otros lo dibujaran por ellos y otros fueron más de enmarcar láminas perfectas. A veces siento que pierdo la inspiración, que ya no veré más prismas de color… que esos peces voladores se alejan cada vez más de mí viajando hacia galaxias lejanas. Entonces veo a mi madre, en su dibujar continuo y en esa forma exquisita de estudiar los fallos y restaurarlos a la perfección; en ese momento deseo volver a ser uno de mis peces… o un planeta bajo el mar o un caballito de mar con alas… entonces quiero volar, quiero desengancharme de esta maldita gravedad, y quiero conquistarlo todo!
Y es que el talento esta sobrevalorado, hay que creer en la gente, en esa gente de verdad… en las personas que aún siguen creyendo que es posible colorear el mundo con «plastidecor», en aquellos que dibujan cohetes cada día, con la esperanza de llegar muy lejos.
A todos los que dibujáis el mundo, Gracias. BB
5 Comentarios
  • 01/10/2013

    Que bonito escribes de verdad me alegras y me pones a pensar muchas cosas bonitas
    =)
    Muy lindo post
    =)

  • 02/10/2013

    Muchas gracias, siempre es una alegría leer tus comentarios, me hacen mucha ilusión.
    Me alegra que te guste!
    Un besote 😉

  • 12/10/2013

    Quien pudiera pintar un mundo sin injusticias! Un besazo.
    https://www.solaanteelespejo.blogspot.com.es/

  • 13/10/2013

    Qué genialidad, en un principio me has transmitido a mis tiempos pintando, llena de óleo, llegar a casa con un cuadro nuevo, y con otro boceto cargado de ilusiones, las conversaciones con tu profesor, los borrones enmascarados por texturas nuevas…

    Precioso =)

  • 14/10/2013

    Gracias por vuestros comentarios! me hacen feliz! jejejeeje…
    Un besazo grande!
    Bea.

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