Esta eres tú, quien lo iba a decir… frase genial de una compleja película de Isabel Coixet, que marcó un antes y un después en mi forma de mirar el mundo y percibir las pequeñas cosas de la vida. Porque es cierto que encontrarnos a nosotros mismos es una asignatura pendiente en este viaje, en ocasiones lioso, difícil y en forma de laberinto. Pero si algo he aprendido en estos últimos diez años, es que pase lo que pase, aunque creas que no podrás superar esa muralla, al final todo se mueve hacia delante, evoluciona y se matiza, y nada es tan fatídicamente grave, ni tan aburridamente sencillo, porque las cosas son como son, y con eso debería bastar.

A lo mejor la vida parecía demasiado suave porque un par de birichináticos se ocuparon de ello, se preocuparon de elegir cada día la mejor de las bandas sonoras para tu película, para que no escuchases los aullidos de este mundo loco, y te sintieses como esa actriz de Hollywood que nunca serías. Gracias por hacerlo fácil, por llevarme a Saturno de vez en cuando, por hacer que cuente, por inventar los bocadillos de huevo frito, por alfombrar el mundo y desalfombrarlo, por enseñarme a calzarme las zapatillas, por comprender sin entenderme, por fruncir el ceño y decir siempre eso de «muy bonito, pero que raro… en fin si a ti te gusta.»

Aprendes muchas cosas en este loco camino… y transformas el miedo en curiosidad, y olvidas el pánico escénico y el vértigo ante los puentes. Porque la vida es chula y tenemos suerte, demasiada suerte, sin merecerlo más que otros, por alguna extraña razón, azar o lotería… somos unos privilegiados en este mundo de mierda (con perdón).

Así que aquí estamos, en una realidad bastante genuina, libres… buscando y encontrando caminos continuamente, seleccionando… a veces uno, a veces todos. Polifacéticos, aventureros, dinámicos… aprendices geniales que nos hacen el sendero plano, colorido y musical. Como escribió Albert Espinosa en uno de mis libros favoritos…«Parar el mundo es decidir conscientemente que vas a salir del mundo para mejorarte, para mejorarlo. Para poder moverte y moverlo mejor. En ese tiempo debes intentar que nada ni nadie te cree problemas. Alimentarte de buena literatura, de buen cine, y sobre todo, de la conversación de la única persona que te inspira en este mundo. ¿Y sabes qué…? (…) Luego el mundo te premia. El universo conspira a favor de los que lo mueven. Y esos son los que lo paran. ¿Tú quieres mover el mundo o que te mueva? MOVERLO! dije con seguridad.»

Hace unos días me escribió una de mis bloggeras favoritas, por su sonrisa y por su corazón enorme (porque no se puede ser más alegre y soñadora), gracias María Pintado dostaconesparamiarmario.com por inspirarnos… y por contarme cositas tan chulas en tus escritos.

Gracias a María he descubierto El Hombre que se enamoró de la Luna y ya somos dos enamorados!!! Programa genial de radio desde youtube, con voces que nos llegan desde un rinconcito perdido de Madrid, bar de poetas y músicos. Gente artista, cósmica y genial… que canta al mundo! Si tenéis la oportunidad, no dudéis en perderos por esta luna.

Pues eso, que hay que ser lunático de vez en cuando o todo el rato (por qué no?’) hay que diferenciarse, volar y tocar el techo, para romperlo… y salir disparado hacia las estrellas. Y a los que te dicen que no se puede y que estás loco… lo dicen porque ellos son incapaces de atreverse a volar.

«NUNCA ME DIGAS QUE EL CIELO ES EL LÍMITE… CUANDO HAY HUELLAS EN LA LUNA.»