El Nuevo Viaje

Gracias por estos tres años
En este 2015 (un número bonito si cabe) es imprescindible que emprendáis algún viaje… el que sea, no siempre los viajes en avión son los que más lejos nos llevan, a veces es un viaje al corazón, una búsqueda, un libro, un café… un viaje en el tiempo, un ratito en Saturno o incluso un regreso. Los mejores viajes de mi vida siempre fueron los regresos, pero para poder volver siempre hay que tener el valor de irse, de enfrentarse al espejo y de vivir.
Un regreso implica la nostalgia de dejar aquello que fue tu mundo temporal, de dejar tus refugios, tus cabañas frente a tus pánicos absurdos y volver a casa, a lo seguro… pero siendo un poco mejor, un poco más tú, un poco más enorme. Volver llevándote lugares, secretos que se fundirán contigo e iluminarán tu cielo en esos días un poco más oscuros.
Hay que emprender un viaje interestelar al menos una vez al año, un viaje que nos repare y nos haga crecer. A veces el destino está en Siberia, en esa mañana de hace diez años, o en ese abrazo que quiero darte pero no me atrevo.

Empieza el nuevo año y es algo así como estar arriba de la montaña rusa una vez más… con esa energía y ese vértigo a la vez; en esa espera en la que durante unos segundos de paz absoluta se visualiza todo, toda la cuesta que subiste para estar allí y el tirón enorme que te queda. El cambio de año es un poco así, una mini espera en imagenes, un recuento veloz de 365 días buenos y no tan buenos… y una media sonrisa con la esperanza de que esa bajada sea increíble, que esos segundos que dura la felicidad nos den la fuerza necesaria y el impulso para la nueva subida.

Pero estar en la cumbre… eso es inexplicable.
Es tiempo de hacer propósitos, de dejar de comerse las uñas…( yo lo daré por asunto perdido). Un poco más de deporte, más tranquilidad, dejar de correr y tener prisa… corregir aunque sea un pelín esa impaciencia mía… (que difícil).
En este pasado año algunos se fueron, casi casi sin avisar… y ese vacío profundo quedará para siempre en cenas de navidad donde alguno calla y nunca olvida, en silencios temporales de nostalgia mágica.
Y en esas noches de verano, entre despistes, un día cualquiera… un día de picnic extraterrestre… volverán en forma de recuerdo volando en el aire húmedo y robándonos una sonrisa.

A pesar de lo injusto, de lo supremo, de esa montaña rusa incierta… gracias por haber estado, por haber luchado.

Hace frío ahí en la playa, la brisa ruge fuerte esta noche de martes que parece domingo… escribes lo que se te ocurre y a veces duele. Brindemos por cada segundo compartido,  brindemos porque te quiero.
Bueno… parece que pasaron tres años Birichinata, desde ese día en el que te bauticé con este nombre tan raro que nadie (excepto los que nos quieren mucho) recuerdan. Un nombre que encierra muchas cosas, mi cariño por Italia, esa niña que nunca crece, el mundo de las cosas bonitas y lo divertido de trabarse la lengua. Aquí hablamos de todo, entre líneas, entre palabras y suspiros que sólo tú y yo (a veces) comprendemos…Tres años en los que hemos escrito un montón; liberándonos, entregando el corazón en días grandes, gigantes, en días pequeños, minúsculos, invisibles… y superé parte del miedo y viví… (mucho).

Gracias a todos los que hacéis de este blog un mundo también vuestro.
Un abrazo de los de verdad. BB 😉
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